viernes, 6 de julio de 2007

Monreal no tiene la culpa
Publicado en Milenio Diaro el 4 de julio de 2007

He leído en diversos medios que, el pasado domingo, el PRD sufrió uno de sus mayores descalabros. En efecto, la elección en Zacatecas significó un serio retroceso para el partido del sol azteca, y dejó además en evidencia el nivel de descomposición de su vida interna.
Sin embargo, no coincido con los que aseguran que Zacatecas y la caída de AMLO en las preferencias electorales sean el principio del fin del perredismo.
Si revisamos los resultados electorales del PRD, desde que, en 1988 se presentó a las elecciones como FDN, veremos que la historia se repite: en 1988, y a pesar del monumental fraude, a Cuauhtémoc Cárdenas se le reconocieron oficialmente 6 millones de votos, es decir el 31.06% del total.
Sin embargo, tres años después, en las elecciones intermedias, el PRD no alcanzó más que el 8% de la votación, y la bancada perredista pasó de 126 a 41 diputados federales.
En 1994 el sol azteca se recuperó un poco y se alzó con el 16.31% de los sufragios, muy lejos del 25.59% que alcanzaría en 1997. En ese año, el PRD ganó 29 de los 30 distritos federales que se disputaron en la capital y en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal sólo perdió dos de 40 posiciones de mayoría. En cuanto a la votación para jefe de gobierno, Cuauhtémoc Cárdenas ganó con el 48% de la votación.
En 2000, el Partido de la Revolución Democrática volvió a un lejano tercer lugar, al no obtener su candidato presidencial más que el 16.04% de los votos. La disputa por la capital fue muy reñida, y López Obrador le ganó a Santiago Creel por apenas tres puntos porcentuales.
En 2003 el PRD se recuperó ligeramente, al lograr el 17.6 % en la elección federal. En la ciudad de México, ganó en casi todas las posiciones: obtuvo el triunfo en 14 de las 16 delegaciones y una holgada mayoría en la Asamblea Legislativa
Finalmente, en 2006 el perredismo logra su mayor nivel de votación, al obtener su candidato el 35% de los sufragios. En la capital, Marcelo Ebrard alcanzó 2 millones 212 mil 512 votos, 47.08 por ciento del total.
La lección está clara: la población no vota por el PRD, sino por sus figuras. El triunfo de 1997 es atribuible al arrastre del Ing. Cárdenas, lo mismo que el de 2006 se dio gracias a la popularidad de López Obrador.
El problema de la izquierda mexicana, que todavía no sabe cómo llegarle a los electores, no es atribuible ni a Monreal ni a Amalia, es más bien un conflicto que arrastra de origen y que tiene que ver con la falta de formación de cuadros y la incongruencia ideológica.

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