viernes, 6 de julio de 2007

De las marchas y la parálisis gubernamental
Publicado en Milenio Diario el 20 de junio de 2007

Dice Francisco Hernández Juárez, eterno líder de la Unión Nacional de Trabajadores, que la ciudad de México ostenta el primer lugar mundial en marchas y plantones. Claro que a los habitantes de la capital no nos hace falta que nadie nos lo recuerde; estamos tan acostumbrados a dar rodeos para llegar a nuestras casas o lugares de trabajo que, cuando no hay tráfico, creemos que algo raro pasó.
Tan grave es la situación que ya provocó el primer enfrentamiento entre el GDF y el gobierno federal. Marcelo Ebrard y Javier Lozano se enfrascaron en una guerra verbal y epistolar por el plantón de la CNTE en la Plaza de la República, affaire también conocido como las “Casas Feo”.
Ante la demanda de aplicar la ley del Secretario de Trabajo, Ebrard contestó, como lo ha venido haciendo, que en la Ciudad de México no se reprimiría a los movimientos sociales, como si solamente se pudiera hacer valer la autoridad mediante macanazos.
Este asunto pone de manifiesto una disyuntiva en la que nuestros gobernantes se encuentran inmersos y que no han sabido resolver. Por una parte, parece que el recuerdo de la matanza de Tlatelolco les impide actuar con firmeza, temiendo ser acusados de represores o comparados con Gustavo Díaz Ordaz.
Por otra parte, cuando la autoridad se decide a intervenir, lo hace con una brutalidad alarmante. Ahí están los casos de San Salvador Atenco y Oaxaca, con sus correspondientes muertos, por citar algunos ejemplos.
Es como si no existiera un punto medio, o como si los gobernantes desconfiaran tanto de su policía que prefirieran no mandarla a controlar una manifestación, de miedo a que aquello se convierta en una matanza. Pero, para los ciudadanos que a diario tenemos que circular por esta ciudad, la parálisis de las autoridades resulta insoportable.
Nadie le está pidiendo a Ebrard que reprima, solamente queremos que haga cumplir la ley, como lo hizo en los desalojos de la Ford y Tepito. Si en esos casos no le tembló la mano, ¿porque ahora prefiere no tocar a los que se manifiestan en contra la ley del ISSSTE?
¿Será, como dicen algunos, que está manteniendo vivo ese movimiento para que AMLO; en la celebración del primer aniversario de su derrota, se trepe en la cresta de la ola y se haga de una nueva bandera de lucha?
De ser el caso, y si Ebrard no ha sido aun capaz de deshacerse de la tutela de López Obrador, está poniendo en riesgo su futuro político y si no, que vea como le fue entre la opinión pública a Alejandro Encinas por solapar el plantón de Reforma.

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